A las seis y media nos despertamos con las sirenas de la alerta roja. Saqué a Uri de nuestra cama y fuimos con Goldie al MMD (búnker). Teléfonos en mano.
Abigail y Yotam aún dormían. Se despertaron cuando cerré de golpe la ventana de acero que estaba sobre sus cabezas. Abigail preguntó qué pasa. No recuerdo qué le dijimos. Al cabo de unos minutos comenzamos a escuchar disparos fuera de la casa.
En el teléfono comenzamos a recibir mensajes del grupo de WhatsApp del kibutz diciendo “están aquí”, “disparos en el kibutz”, “escucho árabe desde la ventana”. De alguna manera con esto entendimos que debíamos trancar la puerta [de acero] del MMD, pero… ¿cómo?
Yotam a veces cerraba la puerta completamente y aun así conseguíamos abrirla sin problemas desde afuera. Les pusimos películas de Disney a los niños. Sólo restaba sujetar la manija de la puerta lo más fuerte posible. Afuera se escuchaban explosiones y disparos, las balas golpeaban el acero de la puerta. Un vecino escribe que le prendieron fuego su casa y que su bebé no consigue respirar. Yo escucho voces en árabe fuera de mi casa y ruidos muy fuertes. Uri pierde la paciencia. Grita que quiere salir. No se puede, la puerta se rompió.
Vamos a llamar al abuelo para que venga con alguna herramienta y nos abra. Le mentimos, a él, a ellos. Y sujeto la manija de la puerta, la sostengo como aferrándome a mi propia vida. Escucho y me doy cuenta de que afuera hay al menos 2 ó 3 personas en la casa. Sudando, en ropa interior, me senté en el baúl de disfraces de los niños, agarrando la manija de la puerta, y mientras ellos intentaban abrirla.
Goldie, le susurro, ¡¡¡están aquí!!! Goldie…, ¡están intentando abrir! Goldie no deja de hablar con Uri y de escribirle al sistema de emergencia del kibutz, y luego, en el grupo general [de WhatsApp], para que quien pueda, venga a ayudar. Pero nadie vino. Abigail necesitaba orinar. Goldie le acercó una caja de juguetes vacía. Aquí, aquí. Ella no estuvo dispuesta a hacerlo.
Después de ver que su mamá le mostró cómo hacerlo, y que estaba bien, accedió; pero pidió que no miráramos. La electricidad se cortó en menos de una hora. Yo en la habitación pensando. Sin aire acondicionado. sin ventilador. Las horas pasan. Y nuevamente pasos en la casa, ¿tal vez será el ejército israelí? Nuevamente intentan abrir la manija de la puerta del MMD. Estoy sudando, el MMD está que hierve, yo en ropa interior, maloliente, sujetando la manija como un loco. Me oriné en las rodillas mientras seguía sujetando la manija.
"Disparos nuevamente, y hay histeria en los grupos [de WhatsApp] del kibutz. Vienen por nosotros nuevamente."
La batería del móvil de Goldie se estba agotando. Encontramos una linterna de juguete que nos iluminaría y ahorraría batería de su teléfono. Mi teléfono resistía. Abigail Yotam ya habían visto 4 películas enteras (Frozen 1, 2, Aladino y otra más). Afuera se escuchan gritos atenuados. El teléfono de Goldie se quedó sin batería. Decidimos que hasta un 5 por ciento de mi teléfono los niños podrían seguir viendo videos.
Uri se queda dormido llorando, con ganas de salir del MMD. Durmió tal vez dos, tal vez tres horas, ¿cómo supo que eso era lo que se necesitaba? 4 por ciento en la batería y la pesadilla no ha terminado. Disparos nuevamente, y hay histeria en los grupos [de WhatsApp] del kibutz. Vienen por nosotros nuevamente. Ya vinieron por lo menos 5 veces.
Pegué la oreja a la puerta, porque ya escribieron en los grupos [de WhatsApp] que hay soldados rondando y “limpiando” casas para rescatar a la gente. ¿Es hebreo? ¡¡¡Sí, es hebreo!!! No puedo creerlo. Me llaman por mi nombre ¿Quién es? Grité. Somos las FDI ¿Eres Eldad? ¿Cuántos son en la habitación? Cinco, respondí. Abre la puerta.
Abrimos ¿Cómo están? No sé qué responder. La vecina vino hasta nosotros en su silla de ruedas con su ángel de la guarda, que la salvó cuando irrumpieron en su MMD y que sobornó a los terroristas con efectivo.
Hadas grita, ¡contesten el teléfono! ¿Está todo bien? A nosotros nos pasó lo mismo, estamos intactos, ¿y ustedes? Y de nuevo disparos, tal vez a unos 15 metros de la casa. Volamos al MMD ¿Se acabó? Vengan rápido al gimnasio. Espantados, la casa quedó destruida. Nos ponemos sandalias y salimos con los niños en brazos. Lloramos. Alertas.
El gimnasio está cerrado con llave. Mujeres embarazadas. Un bebé, sus padres que casi fueron quemados vivos, niños, una anciana en silla de ruedas. Una vecina cuyo marido e hija fueron asesinados frente a sus ojos hace minutos. ¿Todos parados fuera de un edificio cerrado, durante largos minutos sin saber qué?, ¿quién? ¿dónde? ¡Decidido! Vamos a los comedores [del kibutz]. Más familias se van uniendo en el camino.
Niños. Los padres aterrados. ¿Hay un búnker en el comedor?, pregunta el soldado. Nada, respondimos, y los niños lloran. Siéntense en el suelo, contra las paredes, dijimos. Pegamos las mesas a las ventanas. Les volteamos más mesas y las trancamos con sillas.
Debemos ir al club, dijimos. Sólo allí existe un verdadero búnker. Los del Grupo de Emergencia lo comprobaron. Volvieron a donde estábamos y nos dijeron que ahora la mitad de nosotros tendría que correr lo más rápido con ellos hasta el club. Unos mirábamos hacia un lado, otros, al opuesto. Así llegamos, en medio de la multitud que corría hacia el club. Al búnker. Cada vez llegaba más gente. Y el club estaba repleto.
No sólo en el búnker. Abrimos otra puerta, para ampliar el espacio con paredes de concreto en el que podíamos quedarnos. La gente, sudando, sacaba agua de las alcantarillas que estaban obstruidas para que pudiéramos seguir permaneciendo en el área protegida.
Trajeron comida del minimercado, y las sobras de la fiesta del kibutz de la noche anterior. Dormimos por la noche en el jardín de infantes de Uri. ¡¡¡Qué jardín!!! Al mediodía, cuando se nos indicó que así lo hiciéramos, Goldie fue a casa a organizar nuestras cosas.
Los vehículos fueron incendiados o reventados. Muchas cosas fueron robadas o destruidas. Un vecino y su hija fueron asesinados. Los vecinos del otro lado están desaparecidos.
Abandonamos el kibutz. Destrucción todo el camino hacia Ofakim. Nir Oz seguía en llamas. Vehículos quemados a lo largo de la vía. Huellas de tanques en las carreteras. Sólo después de Beer Sheva nos relajamos. Colapsados.
Siete y ocho de octubre de 2023. 22 y 23 de Tishrei, la festividad de Simjat Torá 5784.
Eldad H.