En estos días, Israel está lleno de historias que no parecen tener sentido alguno, por lo que sentí la necesidad de contar el milagro que nos sucedió.
Sábado, 6:30 de la mañana, nos despertamos en la casa de mi suegra en Ofakim (donde estábamos pasando la fiesta de "Simjat Torá") por el ruido de las alarmas. Ariel, mi cuñado, y su esposa Shoshana, quienes viven en la casa de al lado de mi suegra, llegaron en cuanto las alarmas empezaron a sonar para que estuviéramos todos juntos.
Después de unos minutos, salimos del refugio para intentar entender qué estábamos escuchando, y rápidamente entendimos que eran ruidos de disparos. Corrimos de vuelta a la casa, cerramos la puerta con llave, subimos al piso de arriba y nos metimos en un cuarto apartado. Por la ventana pudimos ver a unos 8 soldados que corrían por la calle y a un policía que corría hacia ellos con una pistola, apuntándoles para determinar el origen de los disparos. Y entonces los soldados le dispararon al policía. Les gritamos por la ventana que el policía es de los nuestros. El policía alzó su gorra y les gritó “de los nuestros” mientras se escondía detrás de un tacho de basura. Los soldados dieron unos cuantos pasos hacia el policía, le dispararon y lo mataron. Mientras se acercaban por la calle hacia nuestra casa, los escuchamos hablando en árabe, y enseguida entendimos que no eran soldados…
Les dijimos a los niños que estuvieran en silencio. Después de unos minutos de estar muertos de miedo, escuchamos el peor sonido que podríamos imaginar: los terroristas intentando entrar a la fuerza a casa. Intentaron abrir la puerta y luego rompieron las persianas del ventanal de la sala. Mientras tanto, escuchábamos cómo ellos hablaban entre sí.
"Los terroristas sabían que estábamos en el techo, porque vieron a mi suegra salir por la ventana. ¿Cómo no le dispararon? Un milagro."
Ariel, el héroe de mi cuñado, agarró una barra de fierro que había en el cuarto y se paró en la entrada. Al mismo tiempo intentábamos hablar [por teléfono] con la policía, que no respondía. Sólo segundos tuvimos para pensar qué hacer. Y entonces Ariel le dijo a su esposa: salgan ahora! En el cuarto éramos 5 adultos, 5 niños y nuestra bebé Asif, que había nacido hace sólo un mes. Shoshana abrió la ventana y uno a uno comenzamos a salir hacia el techo de los vecinos. Ariel no vino detrás nuestro, y quise creer que pudo esconderse dentro de la casa, pues los terroristas ya estaban cerca y no tuvo tiempo para salir.
En el techo, los niños se tumbaron boca abajo, debajo de los paneles solares, y los adultos nos apegamos a las paredes. No sabemos cuánto tiempo estuvimos ahí precisamente, pero fueron más de 3 horas de incertidumbre sobre qué ocurría con Ariel. Tres horas, en las que niños de 3, 5, 6, 7, 8 años y una bebé de un mes, aparentemente entendieron lo que estaba pasando, porque se mantuvieron en silencio absoluto. Tres horas en las que estuvimos expuestos a la guerra que ocurría afuera: a las ráfagas interminables de disparos, un rpg [bazuca] disparada hacia nuestra casa mientras nosotros estábamos aún en el techo, gritos de "granada" seguidos de una explosión enorme y luego un silencio aterrador, sonido de alarmas y un misil cayendo en la casa de enfrente, ciudadanos admirables que se autoorganizaron para batallar en la calle, llamados de ayuda y rescate a los heridos, y a los terroristas que estaban en los techos de al lado.
Los terroristas sabían que estábamos en el techo, porque vieron a mi suegra salir por la ventana. ¿Cómo no le dispararon? Un milagro. ¿Cómo es que no subieron al techo donde estábamos? Un milagro. ¿Cómo es posible que niños tan pequeños y un bebé que sufre de gases permanecieran callados durante tanto tiempo ante las explosiones y los disparos que a cada rato lo sacudían todo? Un milagro.
"Con su muerte nos salvó a todos, y hasta puede ser que nos haya cuidado desde el cielo con todos los milagros que nos sucedieron mientras estuvimos en el techo."
Vimos que fuerzas de seguridad israelíes empezaban a llegar a las calles, escuchamos decir que tenían que disparar a los techos porque ahí es donde estaban los terroristas. Pero nosotros también estábamos ahí. Guy asomó la cabeza y empezó a indicarles a los soldados que estábamos ahí. Les mostró la Kipá y el chupete para darles a entender que somos judíos y que hay niños. Les hizo señas con las manos indicando que éramos 10 personas. Al rato, con la ayuda de un drone, lo verificaron…
Mientras el infierno continuaba y los terroristas fueron repelidos a calles más internas, un soldado subió al techo donde estábamos. ¡El alivio fue enorme! Pero por muy poco tiempo... le dijimos al soldado que tenemos un hermano dentro de la casa. El soldado se dedicó a patrullar el resto del techo y luego de un minuto llamó a Guy.
Guy regresó con la terrible noticia de que nuestro querido Ariel, el hermano pequeño, el más feliz y gracioso de la familia, había sido asesinado. El terrorista le había disparado cuando él intentó salir por la ventana. Todo este tiempo Ariel estuvo tirado, muerto, a pocos metros de nosotros, y nosotros sin saberlo.
Con su muerte nos salvó a todos, y hasta puede ser que nos haya cuidado desde el cielo con todos los milagros que nos sucedieron mientras estuvimos en el techo.
Los soldados nos ayudaron a bajar del techo a la casa de los vecinos pues todavía había terroristas en las calles, y dos casas al lado de la nuestra tenían capturados rehenes. Éramos 20 personas en la casa de nuestros vecinos, en dos dormitorios. Permanecimos ahí todo el día y toda la noche, mientras afuera aún se escuchaban disparos, alarmas y explosiones hasta la mañana siguiente. Rotem y Hen, nuestros queridos vecinos, se encargaron de darnos todo lo necesario. Comida, ropa, camas, teléfonos, todo desde sus grandes y caritativos corazones…
Al día siguiente, nos despertamos a unas calles llenas de cuerpos muertos, a nuestra casa totalmente quemada y destruida, pues además de haber lanzado una rpg [bazuca], entraron a nuestra casa y la dieron vuelta intentando encontrarnos.
Ariel, mi querido y heroico cuñado, con sólo 28 años, fue asesinado mientras nos protegía. Y acá estamos nosotros, 10 milagros que vivimos, choqueados, agradecidos e impactados.
¡Gracias Arik, te queremos!
Michal Z.B.